1. Un sofá estampado
Lo ves y te encanta, pero encajarlo es un verdadero quebradero de cabeza. Un mueble tan voluminoso como el sofá, pieza central de la mayoría de los salones, es mejor que pase desapercibido. Si tiene un estampado muy llamativo, será el principal foco de atención y la habitación no se percibirá como un todo. Es mejor que sea liso y que los patrones más complicados vengan de la mano de cojines o cortinas, que son más asequibles y fáciles de cambiar si llegas a cansarte.
2. Una televisión enorme
Comprarse la televisión con más pulgadas del mercado no está justificado en ningún caso, ni siquiera si tu salón es generoso en metros cuadrados. Además de cuestiones de proporcionalidad respecto a la distancia y al tamaño para que tu vista sea capaz de absorber todos los detalles, decantarse por un monitor que sobrepasa lo imaginable roza la ordinariez. No escatimar con la televisión mientras que otros electrodomésticos son de gama baja dice muy poco de ti. Además, conceder tanta importancia a este aparato canibaliza el espacio del salón y va en contra del equilibrio.
3. Cuidado con el papel pintado
Nos encanta el papel pintado, pero tampoco hay que volverse loco y colocarlo en todas las habitaciones. Al tener estampados muy marcados, es fácil romper el balance frente al resto de elementos que forman parte de la estancia. De hecho, hay profesionales de la decoración que incluso lo desaconsejan para cubrir una sola pared si se se trata de la de mayor superficie de las cuatro. En habitaciones pequeñas y con escasa iluminación natural, da la sensación de que se come los metros. Elígelo, pero no envuelvas tu casa entera como si fuera un regalo.
4. Un edredón barato
El relleno de colchas y edredones debe ser de calidad. Más allá de lograr un sueño reparador y de no quedar expuesto a alergias, lograrás que esta pieza no se deforme con el paso del tiempo. De este modo, al colocar una funda no saldrán esos antiestéticos bultos que arruinan la foto de tu dormitorio. Por extensión, procura que todo el conjunto cumpla ciertos estándares: unas sábanas con pelotillas enturbiarán tu descanso y un colchón de más de diez años resultará perjudicial para tu espalda.
5. Todos los muebles de una serie
Todavía quedan personas que consideran el mobiliario a juego la mejor de las opciones. Sin duda, si huyes de los espacios con personalidad, no tienes más que volcar en las habitaciones muebles de una misma serie porque te quitas de preocupaciones y, en muchos cosas, podrás reemplazarlos si se rompen o dañan. Sin embargo, si de lo que se trata es de transmitir y no imitar el catálogo de una empresa, buscarás combinaciones en colores, materiales y texturas.
6. Olvídate de la moqueta
Por fortuna, hemos ido relegando la moqueta al olvido, abriendo todo un mundo de posibilidades con suelos de madera o cerámicos. Además de ser un foco de ácaros y suciedad, el pegamento de las moquetas hace que recuperar el pavimento original -a veces, una verdadera joya oculta- sea complicado. Esta recomendación se extiende a las alfombras de pelo largo cuyo mantenimiento requiere mucho esfuerzo, sobre todo, si tienes niños y mascotas en casa.
7. Modas pasajeras
¿Una lámpara XXL? ¿Un espejo ventana? ¿Una puerta de granero? ¿Un cabecero de capitoné? Cada cierto tiempo, saltan a las revistas de decoración objetos y tendencias que se ponen de moda, haciendo que sea casi un pecado no hacerles hueco en casa. También pasa con los materiales (muebles de pino, suelos de terrazo, revestimientos de palillería…) o los colores (animal print, motivos tropicales, dorados y otros metalizados…). Si de verdad quieres algo que no pase de moda, hazte con un icono de verdad. Y si no puedes resistir la tentación, date el capricho, pero no lo escondas cuando se ponga punto y final a su veneración pública.
8. Adornos de plástico
Una mayor conciencia medioambiental va calando también en el mundo del interiorismo. Los accesorios decorativos realizados en plástico son baratos y pueden ser graciosos colocados aquí y allá, ¿pero qué aportan en realidad? No estamos diciendo que en tu casa todo tenga que tener un sentido porque la decoración también se nutre de ornamentos desprovistos de funcionalidad, pero pon por delante tu compromiso con la sostenibilidad y apuesta por productos eco, que provengan del reciclaje, para no ayudar a una industria contaminante que da de lado al planeta.
9. Bonito, pero incómodo
Para sentirse a gusto en casa, el confort es esencial, pero cuando alguna tendencia decorativa nos nubla la razón, acaba prevaleciendo la belleza al bienestar. Esto es un gran error. Si esa silla te encanta, pero sentarse en ella es una tortura, quizá no merezca la pena comprarla. Esa mesa de comedor te tiene enamorada, pero abrirla y cerrarla hace que se te quiten las ganas de invitar a tus amigos a cenar a casa. En caso de que teletrabajes, preocúpate más por la ergonomía que por crear un rincón que queda chulo en las fotos.
10. Mucho mantenimiento
Las fibras naturales aportan una calidez a la que muy pocos se resisten, pero la conservación de los muebles fabricados con estos trenzados únicos no es apta para perezosos. Lo mismo ocurre con maderas demasiado porosas, a las que habrá que dar una mano de barniz; con los tapizados de cuero, que ante cualquier mancha te ponen en un aprieto; o con muebles de cristal, que tendrás que limpiar a diario. Actualmente, hay piezas de factura sintética que, además de ser respetuosos con el entorno, ni se ensucian tanto ni requieren un cuidado constante.